Pequeña historia para experimentar como la diversidad nos enriquece...
"Hace muchas lunas, en el un lejano país, llego al poder un rey muy mandón y maniático... No le gustaban que las cosas se mezclasen. Ensalada de frutas, paella, lacasitos de colores...¿¡Qué locura era esa!? Cada objeto, comida, color tenía que estar con sus iguales, ordenado y separado...hasta los sonidos e instrumentos musicales.
El rey vivia en su palacio, ya que pensaba que era ahí donde tenía que estar, y por eso no bajaba a la villa ni se mezclaba con los habitantes. Pero llegó a sus oidos el rumor de que su bello reino fue ganando fama de triste, feo y aburrido en tierras lejanas. Y no entendía el motivo...
Era muy famoso en la región un antiguo festival que se celebraba al principio de la primavera. La tradición mandaba que el rey fuera al concierto inaugural. Y así fue. Lleno de pompa, acudió a la obligada cita. Las mujeres sentadas en un sitio y los hombres en otro, separados también por edades y por riquezas...
Empezó el concierto, se abrió el telón y el director de la orquesta empezó a dirigir a los músicos . Dos tristes platillos sonaban a un compás lento... Y silencio. Después dos claves sonaron a un ritmo más rápido... Y silencio. Se oyó un flauta...Y silencio. Se escuchó un violín... Todo como le gustaba al rey, pero ahí nadie parecía disfrutar del espectáculo.
De repente, un enjambre de abejas rodeo al director que para protegerse empezó a hacer aspavientos...Los músicos empezaron a tocar siguiendo los movimientos de la batuta y empezó a sonar una bella melodía. La gente empezó a sonreír, aplaudir, mezclarse y bailar. El rey, después del desconcierto inicial, viendo la escena decidió que no podía ser tan mala la mezcla si era capaz de crear tanta alegría y belleza."
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